sábado, 16 de julio de 2011

Carta de Ricard (7 años) a sus compañeros y sus padres...


Hola. Soy Ricard. Soy un niño como cualquier otro niño.

Me gusta sentir muchas cosas: un olor suave, la música agradable, una buena comida , un beso, un abrazo.

Pero tengo mucho miedo.

De los perros, de los sonidos fuertes, de no saber lo que se espera de mí, de lo que desconozco, de quedarme sólo, de romper mis rutinas.

Entonces me enfado mucho porque no sé qué hacer ni cómo reaccionar y me meto dentro de mí mismo.

Me calmo enseguida con una palabra amable o con una caricia.

Pero ésto le puede pasar a cualquiera.

Dependo un poco de los demás para que se me enseñe, se me guíe y se me cuide.

Si no reacciono como es debido es porque nadie me ha enseñado a hacerlo.

Pero siento a los demás en sus penas y alegrías y me da rabia no poder manifestar mi apoyo ni mi reacción ayudando a las personas.

No miro a los ojos cuando hablo porque no reconozco los gestos de la comunicación ni los expreso.

Escucho todo y como tengo buena memoria, aprendo muy rápido.

Pero como el aprendizaje de los sentimientos y de todo lo que hago se basa en el proceso de información, con las frases largas me pierdo y entonces me siento incómodo.

Tengo problemas con lo que quiero y lo que pienso y eso me lleva a situaciones equívocas que hacen que otras personas se enfaden y yo no entiendo el por qué.

Tengo mucha suerte. En casa tengo a mis padres que me quieren.

Pero fuera de casa tengo muchos problemas y siento que las otras personas me tienen miedo y me pueden rechazar.

Sé que actúo de modo distinto pero no sé actuar de otra manera e intento utilizar lo que he aprendido. Entonces río a destiempo o hablo a otras personas de cosas que no les interesa.

Soy asperger, y eso significa , que vivo en un constante enredo con la realidad en el sentido de que no entiendo los códigos que tienen todas las personas, que los tienen desde su nacimiento, heredados como instinto , y un asperger debe aprenderlos.

Tengo muchas pasiones: los trenes, los coches, la música, la astronomía, las montañas rusas, usar el ordenador para construir estructuras complejas, tocar el piano, la guitarra y la armónica, ver documentales de historia, viajar a Terra Mítica. Y hablo de todo ésto porque no sé hablar de otra cosa. No se me ha enseñado.

Cuando se me rompen las rutinas, me desagrada. No me gustan las sorpresas ni los cambios. Soy constante y puedo estar sin comer ni dormir dedicado a lo que me gusta.

Pero tengo muchos problemas en el colegio. No me gusta. Me aburro y no entiendo el por qué me hacen escribir y pintar a mano, con lo que me cuesta, cuando puedo hacerlo mucho mejor en el ordenador y así nadie se ha de enfadar.

También me cuesta mucho jugar al fútbol y hacer gimnasia y me apena no poder jugar con mis compañeros porque lo hago mal y mi cuerpo no me deja hacerlo mejor.

Pero quiero mucho a las personas que tengo a mi alrededor. Quiero a mis compañeros porque gracias a su ayuda, conseguiré jugar y conseguiré que me guste el colegio. Tengo mucho apoyo de ellos.

Quiero a las personas que me saludan y me hacen una caricia aunque no les mire a los ojos. Yo las recordaré siempre y cada vez que vaya a la calle, las buscaré con la mirada. Y cada dia, pregunto por ellas y las echo de menos.

Muchas gracias por haber estado en mi cumpleaños, por haber traído a sus hijos y por haberme leído.

Igualmente, gracias por parte de sus padres. No tenemos palabras suficientes.

Escrita por Maite Pernelle (mamá de Ricard)

Julio de 2006

De: Madres de Niños con Sindrome de Asperger

Cómo actuar ante un niño con Síndrome de Asperger.


Después de que la familia es informada de que su hijo sufre este síndrome, empiezan a surgir todo tipo de dudas y preguntas, sobre todo acerca de las consecuencias de este trastorno y de las estrategias y pautas de actuación más eficaces.

Las personas que sufren este trastorno son conscientes de la dificultad social que les caracteriza ya que, aunque están muy interesados en relacionarse con los demás y desean tener amigos, no saben cómo hacerlo.

Por otro lado, el hecho de ser torpes en sus movimientos y tener una pobre coordinación motriz hace que sean objeto de burlas. Esto les suele producir estrés, ansiedad, problemas de autoestima, frustración e incluso depresiones.

Por ello es muy importante un tratamiento e intervención adecuada por parte de los profesionales especializados en el tema, del colegio y, sobre todo, de la familia.

A. Orientaciones a los padres

La labor de los padres es crucial para ayudar a su hijo a entender lo que le ocurre y al mundo en el que vive:

- Explicar al hijo el problema. Cuando el niño alcanza cierta edad, antes de llegar a la adolescencia, es conveniente que se le explique lo que le está ocurriendo, cuáles son sus mayores dificultades y hacerle ver que también tiene grandes cualidades y aptitudes.

- Explicarles bien las cosas. Es conveniente utilizar instrucciones simples a la hora de explicarles algo ya que, aunque son muy inteligentes, tienen dificultades para entender trabajos complicados. Para ello es muy útil subdividir las tareas en otras más simples y utilizar los dibujos en las explicaciones.

- Explicarles y enseñarles a modular el tono de voz, a mirar a la cara cuando hablen con alguien y alabarles por ello.

- Es muy importante enseñarles que tienen que aprender a "esperar su turno" y ponerles ejemplos de situaciones en las hay que hacerlo: juegos, colas de las tiendas, en casa, etc. También deben aprender las diferencias entre los lugares públicos y privados, que hay cosas que sólo se hacen en privado y que en público hay que guardar las formas.

- Advertirles con tiempo de los cambios de planes. Cuando haya cambios de planes, hay que prepararlos y advertirlos con anticipación. Ellos se irritan y alteran ante los cambios, por lo tanto hay que ayudarles a entender que las cosas pueden cambiar y no siempre se les va a poder avisar. No obstante, siempre que sea posible se le deben evitar estos cambios y sorpresas e intentar mantener sus rutinas y proporcionarles un ambiente predecible y seguro.

- Enseñarles a ser autosuficientes. Se debe trabajar con ellos todo aquello que en el futuro les facilite llevar una vida independiente y enseñarles habilidades de autosuficiencia: que aprendan a comprar solos, a manejar el dinero, ir al supermercado, manejar el teléfono, etc.

- En la medida de lo posible hay que ayudarles a superar el miedo a lo desconocido. Por lo tanto, cuando vayan por primera vez al colegio, cuando se enfrenten a profesores y amigos nuevos, cuando vayan de campamento, etc. Los padres deben prepararlos y si es posible exponerlos previamente a esas situaciones nuevas para que disminuya su ansiedad.

Los padres deben saber que sus hijos van a necesitar mucha ayuda y paciencia y sobre todo los niños deben saber que sus padres los quieren y los quieren como son.

Es conveniente reforzarles, alabarles y explicarles las cosas de las que se sienten orgullosos.

B. Orientaciones a los profesores

Cuando el niño ha cumplido nueve años más o menos, se aconseja que los profesores expliquen al resto de los compañeros lo que le ocurre.

Una forma de hacerlo podría ser explicarles que lo mismo que hay compañeros que tienen dificultades para leer o leen más despacio, otros las tienen para sumar, etc. En este caso se le explica las dificultades que tienen para hacer amigos, entender emociones, interpretar las bromas, etc. Veamos algunas orientaciones para trabajar en clase:

- Reforzarle las habilidades académicas en las que destacan y hacer que las pongan en práctica a través de actividades de grupo. Con esto se consigue que sus compañeros se den cuenta de que el niño destaca en muchas de las habilidades que para ellos son muy valiosas. Por consiguiente, se fomenta la aceptación y el reconocimiento por parte de los compañeros.

- Facilitarle apoyo para relacionarse con otros niños. Es aconsejable que en los recreos se beneficien de cierto apoyo para que le ayude a favorecer la interacción con otros niños. Este apoyo puede ser perfectamente un niño de su clase al que se le explica lo que puede hacer para ayudarle.

- Poner especial cuidado el las clases de educación física. Los profesores deben saber que las clases de educación física suelen generar ansiedad ya que al no haber normas explícitas sino más bien implícitas, ellos no las entienden y por lo tanto, es conveniente explícaselas y razonarlas. Hay que tener mucha paciencia a la hora de explicarle al alumno lo que se espera de él y lo que hay que hacer. Conviene utilizar frases cortas, concretas y, si es posible, se puede pedir a un compañero que haga primero lo que debe hacer el niño, ya que la visualización de lo que se debe hacer les ayuda a entenderlo mejor.

- Mantener viva su atención en clase.Para que mantenga la atención en clase conviene sentar al niño en la primera fila y, con cierta frecuencia, hacerle preguntas sobre lo que se está explicando. Estos niños necesitan clases muy estructuradas con programas académicos muy individualizados y, sobre todo, van a necesitar un ambiente en el que se sientan competentes.

C. Terapia psicológica

Por último, conviene insistir en la importancia de la terapia psicológica.

La intervención por parte de un especialista en la materia va a ser de gran ayuda tanto para el niño como para la familia y es él quien se encargará de dar las pautas más adecuadas para trabajar en casa y en el colegio.

Tomado de Pulevasalud.

Soy el padre (o madre) de un chico con Sindrome de Asperger, por favor sean pacientes conmigo porque: Estoy agotado.


De la revista Asperger´s Digest

Soy el padre (o madre) de un chico con Asperger, por favor sean pacientes conmigo porque: Estoy agotado.

- Mayo -Junio 2005. página 21

Soy el padre (o madre) de un chico con Asperger, por favor sean pacientes conmigo porque: Estoy agotado. Trabajo todo el día y luego llego a casa a mi segundo empleo como primer cuidador, a tiempo completo, de un chico con necesidades especiales. Afronto toda la carga emocional y física, como cualquier padre, más las muchas preocupaciones añadidas que conciernen a un padre de un chico con necesidades especiales, únicas y personales.

Estoy agobiado económicamente. El costo para criar a mi hijo con necesidades especiales es astronómico y no importan cuáles sean los ingresos de la familia, este costo siempre los duplica.

Hago todo lo que puedo. No importa lo que suceda. Siempre estoy empleando todo mi esfuerzo, no al 100% sino al 150%.

Una vez, tuve un numeroso grupo de amigos con los que ya no me relaciono. La enorme demanda de energía y tiempo que conlleva criar un hijo con Asperger derivó en perder las relaciones con muchos amigos e incluso con algunos miembros de la familia.

La gente, rara vez, comprende cuánto impacta el S.A. en la vida de mi hijo y también en la mía. Estoy bajo el constante, inapropiado y no bienvenido juicio ajeno.

La gente, que puede ser desde bien intencionada hasta totalmente insensible, habla de mí, por detrás criticándome, no creyendo que mi hijo tiene Asperger, en realidad.

Ellos opinan que necesita disciplina, castigos o algo así. Lo que él realmente necesita es gente que tenga fe en mí, como padre, y que apoye las elecciones que hago respecto a la vida de mi hijo. Estas están basadas en la mejor formación, como padre, que he podido obtener.

A veces, contesto bruscamente a la gente, que está a mi alrededor, o muestro depresión o tristeza porque estoy sobrepasado. Todos estamos sobrepasados, a veces, podría ser un super humano pero solo soy humano.

Por favor, denme un respiro. Soy una persona maravillosa y un padre fantástico y tengo más valor, energía y perseverancia de lo que nunca he pensado que fuera, humanamente, posible.

Normalmente, no tengo un igual nivel de apoyo de mi pareja, si tengo pareja; En las familias con un hijo con Asperger, o en este espectro, uno de los cónyuges toma el papel de líder para hacer de guía del chico. Yo soy esa persona.

Mi hijo es, en la actualidad, una persona no autónoma, lo que significa que soy el único responsable, todo el tiempo, para lograr que él se sienta seguro y cómodo. Tampoco sé cuándo o si él, algún día, logrará tomar las riendas de su propia vida.

La mayoría de los padres tienen, por seguro, que sus hijos van a dejar el nido, en la edad adulta. Yo no sé sí mi hijo lo dejará alguna vez, cuándo o cómo, es una carga demasiado pesada para llevar.

Hago todo lo mejor posible para asegurar el futuro de mi hijo, incluso enfrentándome a terribles incertidumbres. Como padre, conozco a mi hijo y sus necesidades. Como maestro, deseo y creo que usted conozca a mi hijo también. Aquellos de nosotros que trabajamos juntos en dirigir esas necesidades, son los héroes de la vida de mi hijo. Cualquiera que logre una mejoría en la calidad de vida de mi hijo, un cambio positivo, en su rumbo, es mi héroe, aunque no lo diga a voz en grito.

Tomado de: www.asperger.es

Comprender al Estudiante con Síndrome de Asperger: Orientación para Profesores...


Los niños diagnosticados con el síndrome de Asperger (AS) constituyen un reto especial en el medio educativo. Al ser normalmente considerados como excéntricos y peculiares por sus compañeros de clase, sus habilidades sociales inapropiadas les hacen a menudo ser "chivos expiatorios". A su "rara" presencia, se le añade cierta torpeza motora y un interés obsesivo por temas extraños. Los niños con AS no entienden bien las relaciones humanas y las reglas sociales convencionales. Su inflexibilidad y su falta de capacidad para aceptar los cambios hace que estas personas se estresen con facilidad y sean emocionalmente vulnerables. Al mismo tiempo, los niños con AS (la mayor parte de los cuales son chicos) poseen una inteligencia media o media-alta y tienen una capacidad de memoria mecánica muy elevada. La concentración exclusiva en sus áreas de interés puede conducir a grandes éxitos en un periodo posterior de su vida. El síndrome de Asperger se considera un trastorno situado en la parte más alta del espectro autista. Comparando a las personas dentro de este espectro, Van Krevelen (citado por Wing, 1991) observó que los niños autistas de bajo funcionamiento "viven en su propio mundo", mientras que los niños autistas con un nivel alto de funcionamiento "viven en nuestro mundo, pero a su manera" (p.99). Obviamente, no todos los niños con AS se parecen entre sí. De igual modo que cada niño con AS tiene su propia personalidad única, los síntomas "típicos" del AS se manifiestan de modo diferente en cada una de las personas. En consecuencia, no existe una receta única que se pueda aplicar en clase para todos los niños con AS, al igual que ningún método educativo responde a las necesidades de todos y cada uno de los niños que no están afectados por el AS. A continuación, se describen siete características que definen el síndrome de Asperger, seguidas de sugerencias y estrategias para tratar estos síntomas en la clase (las intervenciones en las clases están ilustradas con ejemplos basados en mi propia experiencia como profesora en la Escuela del Hospital Psiquiátrico para Niños y Adolescentes del Centro Médico de la Universidad de Michigan). Dichas sugerencias se ofrecen en su sentido más amplio y deben ser adaptadas a las necesidades específicas de cada estudiante con AS.

Insistencia en las rutinas Los niños con AS se encuentran fácilmente sobrepasados frente a mínimos cambios, son altamente sensibles a los factores ambientales estresantes y a veces actúan de forma ritual. Están ansiosos y tienden a preocuparse de modo obsesivo cuando no saben qué esperar; el estrés, el cansancio y una sobrecarga sensorial les desequilibran fácilmente. Sugerencias de Programación Proporcionarles un ambiente predecible y seguro; Minimizar las transiciones; Ofrecer una rutina diaria constante: el niño con AS debe entender la rutina diaria y saber lo que le espera, para poder concentrarse en una determinada tarea; Evitar las sorpresas: preparar al niño minuciosamente y con anticipación frente a actividades especiales, cambios en el horario o cualquier otro cambio en la rutina, por mínimo que sea. Aliviar su miedo a lo desconocido exponiendo previamente al niño a la nueva actividad, profesor, clase, escuela, campamento o lo que sea tan pronto como sea posible, una vez que se le ha informado del cambio, para prevenir una preocupación obsesiva (por ejemplo, si el niño con AS tiene que cambiar de escuela, debería conocer a su nuevo profesor, darse una vuelta por su nueva escuela y ser informado sobre su nueva rutina antes de que empiece a asistir de modo regular a la nueva escuela. Durante los primeros días, deberían asignársele tareas similares a las de su antigua escuela para que el niño tenga una rutina que le es familiar dentro de su nuevo entorno. El profesor que le reciba podría enterarse de cuáles son sus áreas de especial interés y ofrecer al niño en su primer día de clase libros o actividades relacionadas con estas áreas de interés).

Discapacidad para la Interacción Social Los niños con AS muestran poca capacidad para comprender reglas sociales complejas; son cándidos; son extremadamente egocéntricos; puede no gustarles el contacto físico; usan un tono de voz monótono o pomposo y poco natural; utilizan la mirada y el lenguaje corporal de modo inapropiado; son poco sensibles y no tienen tacto; malinterpretan las claves sociales; no pueden entender la "distancia social"; poseen poca habilidad para iniciar y sostener conversaciones; tienen un lenguaje bien desarrollado pero su comunicación es pobre; a veces se les pone el mote de "pequeños profesores" por su manera de hablar tan "adulta" y pedante; se aprovechan con facilidad de ellos ( ya que no perciben que los demás, a veces, les mienten o les hacen trampa); y normalmente desean formar parte del mundo social.Sugerencias de Programación Proteger al niño frente a intimidaciones y burlas; En los grupos de mayor edad y cuando la ineptitud social es severa, intentar educar a sus compañeros sobre el niño con AS, describiendo sus problemas sociales como una auténtica discapacidad. Alabar a los compañeros cuando traten al niño con AS con compasión. Esta tarea puede evitar el que le consideren un "chivo expiatorio" y a su vez fomenta la empatía y la tolerancia en el resto de los niños; Hacer énfasis en las habilidades académicas sobresalientes del niño con AS, mediante situaciones de aprendizaje colectivo en las cuales sus habilidades de lectura, vocabulario, memoria, etc., sean consideradas como algo valioso por sus compañeros y fomenten su aceptación; La mayoría de los niños con AS quieren tener amigos, pero simplemente no saben cómo interaccionar. Debería enseñárseles a reaccionar frente a las claves sociales, y se les puede proporcionar un repertorio de respuestas para usar en las distintas situaciones sociales. Enseñar al niño qué decir y cómo decirlo. Plantear interacciones a dos y dejarles "hacer teatro". El sentido social de estos niños solamente mejora después de enseñarles una serie de reglas que los demás captan intuitivamente. Un adulto con AS comentó que había aprendido a "imitar el comportamiento humano". Una profesora universitaria con AS explicaba que sus indagaciones para entender las interacciones humanas le hacían sentirse como "una antropóloga proveniente de Marte" (Sacks, 1993, p.112); Aunque les falta comprensión personal de las emociones de los demás, los niños con AS pueden aprender las respuestas correctas. Cuando han mostrado poco tacto, han insultado o han sido poco sensibles sin ninguna intención por su parte, debe explicárseles porqué su respuesta ha sido incorrecta y cuál hubiera sido la respuesta correcta. Los individuos con AS tienen que aprender las habilidades sociales de un modo intelectual: no poseen intuición o instinto social; Los estudiantes mayores con AS pueden resultar beneficiados mediante el uso del "sistema del amigo". El profesor puede educar a un compañero sensible y sin discapacidad en relación con la situación del niño con AS y sentarlos a los dos juntos. Este compañero puede cuidar al niño con AS en el autobús, durante los recreos, en los pasillos, etc., e intentar incluirle en las actividades escolares; Los niños con AS tienden a aislarse; por lo tanto, el profesor debe fomentar su participación con los demás. Promover una socialización activa y limitar el tiempo en que esté aislado y dedicado a sus intereses personales. Por ejemplo, un ayudante del profesor que se siente en la mesa del comedor puede animar al niño con AS a participar en la conversación con sus compañeros, no solamente interesándose por sus opiniones y haciéndole preguntas, sino también reforzando de manera sutil a los demás niños para que hagan lo mismo.

Gama Restringida de Intereses Los niños con AS tiene preocupaciones excéntricas o fijaciones extrañas e intensas (a veces, coleccionar obsesivamente objetos poco usuales). Tienden a "dar conferencias" constantemente sobre sus áreas de interés; hacen preguntas repetitivas sobre sus intereses; tienen dificultades en expresar ideas; siguen sus propias inclinaciones sin considerar las demandas externas; y a veces, se niegan a aprender nada que no pertenezca a su limitado campo de intereses. Sugerencias de Programación No permitir que el niño con AS insista en discutir o hacer preguntas sobre intereses aislados. Limitar su comportamiento delimitando un rato especial cada día para que el niño pueda hablar de lo que le interesa. Por ejemplo: a un niño con AS que estaba obsesionado con los animales y planteaba infinitas preguntas sobre una tortuga que tenían como mascota en clase, se le permitían estas preguntas únicamente durante las pausas. Esto formaba parte de su rutina diaria y aprendió rápidamente a controlarse cuando quería plantear este tipo de preguntas fuera del tiempo establecido; El uso de un refuerzo positivo dirigido selectivamente a adquirir una determinada conducta correcta es la estrategia crítica para ayudar al niño con AS (Dewey, 1991). Estos niños son muy receptivos a las alabanzas (por ejemplo, en el caso de uno que haga preguntas sin descanso, el profesor puede alabarle siempre que haga una pausa y felicitarle por dejar que los demás hablen). Estos niños deben ser también alabados por comportamientos sociales simples y evidentes que se dan por sabidos en otros niños; Algunos niños con AS pueden negarse a realizar tareas fuera de sus áreas de interés. Hay que transmitirles que se espera firmemente de ellos que completen su trabajo. El niño con AS tiene que tener muy claro que no es él el que manda y que debe obedecer una serie de reglas específicas. No obstante, hay que hacer la concesión de proporcionarle oportunidades para que desarrolle sus propios intereses; En el caso de los niños especialmente recalcitrantes, puede ser necesario al principio individualizar todas sus tareas alrededor de sus áreas de interés (por ejemplo, si su interés son los dinosaurios, ofrecerle frases gramaticales , problemas de matemáticas y tareas de lectura y escritura que traten de dinosaurios). Gradualmente, hay que introducir otros temas en las tareas; A los estudiantes pueden asignárseles tareas que liguen su interés con el tema estudiado. Por ejemplo, en una lección de estudios sociales, a un niño obsesionado con los trenes puede pedírsele que investigue sobre los medios de transporte que usa la gente de su país; Usar la fijación del niño para ampliar su repertorio de intereses. Por ejemplo, en una lección sobre bosques tropicales, al estudiante con AS que estaba obsesionado con los animales se le pidió no solamente el estudio de los animales tropicales, sino también el estudio del bosque en sí, considerado como la casa de estos animales. De este modo, se sintió motivado para aprender cosas acerca de los habitantes locales, que se veían forzados a abatir el bosque de los animales para poder sobrevivir.

Escasa Concentración A menudo, los niños con AS no se concentran en su tarea, distraídos por estímulos internos; son muy desorganizados; tienen dificultad en mantener el punto de focalización en las actividades escolares (no tanto debido a su falta de atención, sino a que el punto de focalización es "extraño"; el individuo con AS no puede discernir lo que es relevante (Happe, 1991), por lo tanto su atención se focaliza en estímulos irrelevantes); tienden a retraerse en mundos interiores complejos de una manera mucho más intensa que la típica actitud de "soñar despiertos" y tienen dificultades de aprendizaje en una situación de grupo. Sugerencias de Programación Para que el niño con AS sea productivo en clase, debe proporcionársele una exhaustiva reglamentación de la estructura externa. Las tareas deben ser divididas en unidades pequeñas, y debe ofrecérsele una ayuda y una reorientación constantes por parte del profesor; A los niños con problemas de concentración importantes les suelen resultar útiles las sesiones de trabajo con una duración determinada. Esto les ayuda a organizarse. El trabajo de clase que no se haya terminado dentro de los límites de tiempo asignados (o que se haya realizado de modo descuidado) deberá hacerse durante el tiempo libre del niño (por ejemplo, durante los recreos o durante el tiempo que se utilice para sus áreas de interés). Los niños con AS suelen ser a veces testarudos; necesitan expectativas firmes y un programa estructurado que les muestre que el cumplimiento de las reglas conduce a un refuerzo positivo (este tipo de programa motiva al niño con AS a ser productivo y en consecuencia, aumenta su autoestima y baja su nivel de estrés, ya que se siente competente); En el caso de estudiantes con AS integrados en escuelas normales, debido a su escasa concentración, su ritmo lento de trabajo y una desorganización importante, puede que sea necesario disminuir la carga de deberes a realizar en casa o proporcionarles un tiempo extra en una clase especial, en la que un profesor de educación especial les pueda proporcionar la estructura adicional que el niño necesita para terminar su trabajo de clase y de casa (algunos niños con AS son tan poco capaces de concentrarse que no se debe estresar a los padres para que pasen varias horas cada noche ayudando a su hijo a terminar los deberes); Sentar al niño con AS en la primera fila de la clase y hacerle preguntas a menudo para ayudarle a mantener la atención en la lección que se esté impartiendo; Buscar un signo no verbal (por ejemplo, una palmadita cariñosa en el hombro) para los momentos en que no esté atendiendo; Si se usa el "sistema del amigo", sentar al amigo del niño cerca de él para que éste le pueda recordar al niño con AS que siga con la tarea o escuche la lección; El profesor debe intentar de modo activo que el niño con AS abandone sus pensamientos/fantasías internas y se centre en el mundo real. Esto es una batalla constante, ya que el niño se encuentra más cómodo en su mundo interno que en el mundo real. En el caso de los niños de menor edad, debe estructurarse incluso su tiempo de juego libre, ya que tienden a sumergirse de tal modo en juegos de su propia fantasía solitarios y ritualizados que pierden el contacto con la realidad. El fomentar que un niño con AS participe en un juego de mesa con uno o dos compañeros, supervisándolo de cera, no solamente estructura el juego, sino que le proporciona una oportunidad para practicar habilidades sociales.

Escasa Coordinación Motora Los niños con AS son físicamente patosos y torpes; tienen un modo de andar rígido y torpe; no tienen éxito en los juegos que implican habilidades motoras; y presentan deficiencias de motricidad fina que pueden causar problemas de grafomotricidad, un ritmo de trabajo lento y pueden afectar su capacidad para el dibujo. Sugerencias de ProgramaciónEnviar al niño con AS a un programa especial de educación física, en el caso en que los problemas de motricidad gruesa sean severos; Incluir al niño con AS en un en un programa de educación física orientado hacia la salud y el mantenerse en forma, y no en un programa de deportes competitivo; No obligar al niño a participar en deportes competitivos, ya que su falta de coordinación motora puede crearle frustración y dar lugar a bromas por parte de los miembros del equipo; Los niños con AS pueden necesitar un programa altamente individualizado, mediante el cual aprendan a escribir, dibujar y copiar en un papel, así como a coordinar su escritura en la pizarra. El profesor debe guiar la mano del niño reiterativamente para formar letras y conectarlas entre sí, dándole al mismo tiempo instrucciones verbales. Una vez que el niño haya memorizado las instrucciones verbales, será capaz de repetírselas a sí mismo para hacer las letras él solo; Para los niños con AS de menor edad, puede ser útil el que cuenten con un modelo de las letras en papel, para que controlen el tamaño y la uniformidad de las letras que dibujan. Esto también les obliga a tomarse su tiempo para escribir con cuidado; Cuando se les mande a los alumnos una tarea en un tiempo determinado, no hay que olvidar que el niño con AS escribe más lentamente; Los estudiantes con AS pueden necesitar más tiempo que el resto para terminar sus exámenes (el realizar estos exámenes en una clase especial puede proporcionarles no solamente más tiempo, sino también la estructura añadida y las directrices del profesor que estos niños necesitan para centrarse en su tarea).

Dificultades Académicas Los niños con AS poseen un nivel de inteligencia medio o superior a la media, pero les falta pensamiento de alto nivel y habilidades de comprensión. Suelen ser muy literales: sus imágenes son concretas y su capacidad de abstracción pobre. Su estilo de hablar pedante y su impresionante vocabulario da la falsa impresión de que entienden lo que están diciendo, cuando en realidad están simplemente repitiendo de memoria lo que han oído o leído. Es frecuente que el niño con AS posea una excelente memoria mecánica, es decir, el niño puede responder como un vídeo que reproduce una secuencia establecida. Sus habilidades para resolver problemas son escasas. Sugerencias de Programación Ofrecerle un programa de aprendizaje académico altamente individualizado, que le permita alcanzar éxitos de forma constante. El niño con AS necesita encontrarse muy motivado para no seguir sus propios impulsos. El aprendizaje ha de ser gratificante y no provocarle ansiedad; No dar por supuesto que el niño con AS ha entendido algo, simplemente porque es capaz de repetir como un loro lo que ha oído; Ofrecer explicaciones adicionales y tratar de simplificar los conceptos más abstractos de las lecciones; Sacar partido de la memoria excepcional de estas personas. El recordar información sobre hechos es con frecuencia su punto fuerte; Muy a menudo, no entenderán los matices emocionales, la comprensión en múltiples niveles y los problemas de relación tal y como se presentan en las novelas; Las tareas escritas realizadas por personas con AS son a menudo repetitivas, saltan de un tema a otro y tienen connotaciones de palabras incorrectas. Con frecuencia, estos niños no aprecian la diferencia que existe entre el conocimiento de tipo general y sus propias ideas y por lo tanto, presuponen que el profesor entenderá sus expresiones algunas veces rebuscadas; Los niños con AS suelen tener un nivel de lectura excelente, pero su comprensión del lenguaje es pobre. No hay que dar por sentado que entienden todo aquello que leen con tanta facilidad; Su trabajo académico puede tener poca calidad, debido a que el niño con AS no está motivado para hacer esfuerzos en aquellas áreas en las que no está interesado. El profesor debe mostrarle con firmeza que espera de él cierta calidad en su trabajo. Cuando deba realizar un trabajo en un tiempo determinado, no solamente debe terminarlo, sino que debe hacerlo de modo cuidadoso. El niño con AS corregirá el trabajo que haya realizado de modo descuidado durante los recreos o en el tiempo asignado para sus intereses personales.

Vulnerabilidad Emocional Los niños con síndrome de Asperger son lo suficientemente inteligentes como para competir en un sistema educativo normal, pero a menudo no poseen los recursos emocionales suficientes como para responder a las demandas de la clase. Debido a su falta de flexibilidad, estos niños se estresan con facilidad. Su autoestima es baja, y a menudo son muy autocríticos y no son capaces de permitirse errores. Las personas con AS, especialmente los adolescentes, pueden ser propensos a la depresión (existe información documentada sobre un alto porcentaje de depresiones en adultos con AS). Las reacciones de rabia y los estallidos de cólera suelen ser respuestas frecuentes a su estrés/frustración. Los niños con AS no suelen estar relajados y se encuentran fácilmente superados cuando las cosas no son como deberían de ser, según su punto de vista rígido. Interaccionar con otra gente y responder a las demandas ordinarias de la vida cotidiana puede ser para ellos un esfuerzo continuo y hercúleo. Sugerencias de ProgramaciónPrevenir los estallidos ofreciéndoles un alto nivel de coherencia. Preparar a estos niños frente a los cambios que se produzcan en la rutina diaria, para aminorar el estrés (ver la sección de "Resistencia al cambio"). Los niños con AS a menudo tienen miedo, se enfadan o se entristecen frente a cambios forzados o inesperados; Ayudar a los niños a manejarse cuando se sientan superados por el estrés, para prevenir estallidos. Ayudar al niño escribiéndole una lista de pasos muy concretos que tiene que dar cuando se perturba (por ejemplo, 1- Respirar profundamente tres veces; 2- Contar despacio tres veces los dedos de su mano derecha; 3- Decir que quieren ver al profesor de educación especial, etc). Incluir en esta lista un comportamiento ritual con el cual el niño se encuentre a gusto. Anotar estos pasos en una tarjeta, para que el niño la introduzca en su bolsillo y la tenga siempre a mano; El profesor debe intentar limitar al mínimo que sus emociones negativas se reflejen en su tono de voz. Hay que mantenerse en calma, ser coherente y firme en la relación con el niño con AS, mostrándole claramente sentimientos compasivos y haciendo gala de paciencia. Hans Asperger (1991), el psiquiatra que dio nombre a este síndrome, observó que "el profesor que no entienda que al niño con AS hay que enseñarle cosas aparentemente obvias se sentirá impaciente e irritado" (p.57); No hay que esperar que el niño con AS admita que está triste o deprimido. Del mismo modo que no pueden percibir los sentimientos de los demás, estos niños pueden no ser conscientes de sus propios sentimientos. A menudo, encubren su depresión y niegan sus síntomas; Los profesores deben estar alerta frente a los cambios de comportamiento que puedan indicar la existencia de una depresión, tales como mayores niveles de desorganización que los usuales, falta de atención y aislamiento; umbral de estrés menor; fatiga crónica; llanto; comentarios sobre el suicidio, etc.. En estos casos, no hay que dar por válido el hecho de que el niño afirme que se encuentra bien. Hacer un informe sobre dichos síntomas para el terapeuta del niño, o remitirle a un servicio de salud mental para que evalúe su depresión y le asigne un tratamiento, si fuera necesario. Es muy importante que la depresión se diagnostique lo antes posible, debido a que estos niños son generalmente incapaces de valorar sus propias emociones y no pueden por lo tanto buscar consuelo en los demás; Ser conscientes de que los adolescentes con AS son especialmente proclives a la depresión. Las habilidades sociales son muy valoradas en la adolescencia, y el estudiante con AS se da cuenta de que es diferente de los demás y de que tiene dificultades para establecer relaciones normales. El trabajo académico se vuelve más abstracto, y el adolescente con AS encuentra las tareas que se le asignan cada vez más difíciles y complejas. En cierta ocasión, los profesores observaron que un adolescente con AS ya no lloraba cuando se le daban tareas de matemáticas, y pensaron por lo tanto que estaba aceptando la situación mucho mejor. En realidad, se observó posteriormente un mayor grado de desorganización y una menor productividad en sus deberes de matemáticas, que mostraron que se estaba refugiando cada vez más en su mundo interno para evitar las matemáticas, y por lo tanto, no estaba en absoluto encajando bien la situación; Es fundamental que los adolescentes con AS que estudian en un entorno normal tengan a un determinado profesor como soporte, con el cual puedan hablar por lo menos una vez al día. Mediante este encuentro diario con el adolescente y con la ayuda de las observaciones que le hagan los demás profesores, este profesor de apoyo podrá valorar si el niño se encuentra bien o no frente a determinada situación; Tan pronto como aparezcan dificultades de aprendizaje en un área determinada, los niños con AS deben recibir asistencia académica. Estos niños se encuentran fácilmente sobrepasados y reaccionan frente al fracaso de manera mucho más negativa que el resto de los niños; Los niños con AS que son emocionalmente frágiles pueden necesitar una escuela de educación especial con clases muy estructuradas que les puedan ofrecer un programa académico individualizado. Estos niños necesitan un ambiente de aprendizaje en el cual se sientan competentes y productivos. Por lo tanto, mantenerlos en un entorno académico normalizado, donde no puedan captar determinados conceptos y no sean capaces de realizar sus tareas, solamente sirve para disminuir su autoestima, aumentar su aislamiento y poner las bases para que aparezca una depresión. (En algunos casos, en vez de llevarle a una escuela de educación especial, puede bastar con asignarle al niño un persona de apoyo. Este ayudante le ofrecerá apoyo afectivo, estructura y realimentación constante.) Los niños con síndrome de Asperger se sienten tan fácilmente superados por la existencia de factores ambientales estresantes y tienen una discapacidad tan profunda para establecer relaciones interpersonales, que no es sorprendente que den una impresión de "vulnerabilidad frágil y comportamiento infantil patético" (Wing, 1981, p.117). Everard (1976) escribió que cuando estos jóvenes se comparan con sus compañeros normales, "se capta de modo instantáneo qué diferentes son y el enorme esfuerzo que han de realizar para vivir en un mundo en el cual no se hacen concesiones y al cual han de acoplarse" (p.2) Los profesores juegan un papel vital a la hora de ayudar a los niños con AS a negociar con el mundo que les rodea. Debido a que los niños con AS son con mucha frecuencia incapaces de expresar sus miedos y sus angustias, depende de la actuación de determinados adultos a su alrededor el que abandonen la seguridad de sus fantasías interiores y vivan en el mundo exterior. Los profesionales que trabajan con estos jóvenes en las escuelas deben proveerles de la estructura externa , la organización y la estabilidad de la cual carecen. El uso de estrategias de enseñanza creativas con personas que sufren de este síndrome es fundamental, no solamente para facilitar el éxito académico, sino también para ayudarles a sentirse menos alejados de los demás seres humanos y menos sobrepasados por las demandas ordinarias de la vida cotidiana.

Tomado de: http://www.asperger.es/publicaciones.php?id=3&cap=150&cat=5

Soy un niño con Síndrome de Asperger y podría ser un alumno tuyo...


En mi forma de ser:

- Mi forma de ver el mundo es distinta. La información que recojo del exterior no es del todo completa ni tampoco la proceso como tú.

- Suelo ser muy, muy obsesivo. Tengo unos intereses especiales que dominan mi tiempo y mi comunicación y a veces sobrepasan mi autocontrol.

- Soy inflexible en mis pensamientos. Mi mente es de dirección única. Tengo una sola visión de situaciones concretas. Por ello no me adapto a los cambios inesperados fácilmente.

- Tengo hiperfocalización y soy hiperdetallista, eso quiere decir, que me centro mucho en cosas que llaman mi atención y me olvido del resto que quizás sean más importantes. Tardo más en realizar mis tareas.

- Algunas actividades, sobre todo si no sé que se espera de mí, me producen angustia. Tengo altos niveles de fatigabilidad y ansiedad.

- No soporto la violencia ni los gritos, por favor, no me pidas las cosas a la fuerza porque me pongo nervioso y me bloqueo.

En mi forma de actuar:

- Mi ritmo de adaptación a las exigencias del entorno es más lento.

- Las situaciones inesperadas, informales y no organizadas me descontrolan y desorientan.

- Soy impulsivo. No pienso antes de actuar y ello me origina problemas.

- Tengo una actitud perfeccionista y la autoestima baja.

- Me desenvuelvo mejor en un ambiente estructurado con rutinas porque son situaciones que vivo de manera repetida y así las puedo ir analizando de manera lógica.

- Mi conducta a veces no es la que se espera para un niño de mi edad. No pienses que por ello puedes dejarme solo para enfrentarme a situaciones nuevas o complejas en las que tenga que desenvolverme de forma intuitiva sin haberlas analizado antes.

- ¡No me castigues, por favor! Porque yo no soy un maleducado, es que no entiendo bien las normas sociales, tengo un ritmo diferente para obedecerte y si me río no es porqué me esté burlando de ti.

- Tengo la percepción sensorial alterada, soy hipersensible a determinados estímulos del medio. Me cuesta mucho filtrar los estímulos para atender a los que son relevantes, me afectan mucho los ruidos, olores, los murmullos del aula, etc. hasta el punto de producirme una desconexión sensorial.

En mi comunicación:

- En la comunicación me faltan muchos recursos para relacionarme con los demás: negociar, pactar, persuadir, mediar, iniciar una conversación, acabarla, mantenerla, etc. porque no veo el mundo como el resto y me faltan habilidades sociales. Por ello, a veces uso técnicas más primitivas en las relaciones con los demás.

- Mi expresión facial o corporal no se corresponde con el contexto.

- No entiendo el doble sentido, me lo tomo todo al pie de la letra y hago malas interpretaciones.

- Tengo dificultades para comprender e interpretar a los demás y ponerme en el lugar del otro, sobre todo a los niños de mi edad. Necesito que me digan todo de palabra porque no entiendo sus gestos y mensajes no verbales.

- Mi forma de hablar es literal y puede resultar un poco “pedante”.

En mi aprendizaje:

- Tengo un nivel intelectual normal/superior, una memoria mecánica excepcional y saco buenas notas, por eso en el colegio no se dan cuenta que soy un niño algo diferente al resto de mi compañeros/as.

- Soy mejor en lo verbal que en lo manipulativo y en lo motor, por eso a veces no tengo muy buena coordinación.

- No me gustan los cambios ni las sorpresas inesperadas en la rutina de las clases.

- Entiendo bien los detalles pero me cuesta mucho abstraer los conceptos, distinguir lo que es importante de lo que es accesorio. Como decís los neurotípicos, “los árboles no me dejan ver el bosque”

- Tengo dificultades para generalizar los aprendizajes a otras situaciones diferentes de donde las aprendo.

- Me cuesta organizarme, centrarme, planificarme, igual de rápido que los demás: sacar libros, guardarlos, tener todo en orden, anotar tareas, etc.

- Presento intolerancia a la frustración y me muestro angustiado cuando yo creo que estoy haciendo las cosas bien y luego me dicen que está mal...por favor, dime las cosas que voy haciendo bien...lo que hago mal también me lo tienes que decir, pero de manera sutil. Necesito de tu aprobación más que otros niños, incentivos, motivación, actitud positiva, etc.

- La vista es mi vía de acceso preferente. Aprendo mejor con esquemas y elementos visuales.

- Es muy importante para mí que pueda contar a lo largo del día con alguien para desahogarme de mi tensión, ansiedad y frustraciones.

- Me cansan mucho los contactos sociales y prolongados. Necesito momentos de soledad para hacer algo relajado y recargar las pilas.

En mis relaciones sociales y en el ocio:

- Mis juegos son obsesivos, repetitivos y simplistas.

- Tengo falta de sincronización en el juego y en mis relaciones con los iguales.

- Necesito de un adulto, mejor si es conocido, que me sirva de referente.

- Me gusta mucho jugar con mis amigos pero no sé hacerlo, por eso a veces les empujo o me aíslo o sigo sus juegos pero realmente no los entiendo.

- No tengo un grupo de amigos fuera del colegio, no me suelen invitar a las fiestas y cumpleaños de los demás

- No tengo mucha conciencia del peligro y de las consecuencias, a veces hago cosas que me dicen otros niños que haga, que me traen problemas.

- Necesito mucho cariño aunque no lo demuestre, tengo los mismos sentimientos que los demás pero no los expreso igual.

- Conseguiré adaptarme en todas estas cosas con tiempo pero no ser otra persona distinta a lo que soy.

Cuando las cosas vayan mal, aunque intentemos adaptarnos uno al otro, piensa que ni tú ni yo, tenemos la culpa. Ten un poco de paciencia y entiéndeme por favor. En el futuro te lo agradeceré.

¡GRACIAS POR INTENTAR CONOCERME!

De: Madres de Niños Con Sindrome de Asperger

Berrinches... ¿Cual es su significado?


Las pataletas aparecen porque el niño desea manifestar una emoción (frustración, ira e incluso tristeza), pero no sabe cómo hacerlo. Así, un paso para disminuir estos episodios es mantener buena relación y comunicación para que el chico aprenda a controlarse y expresarse.

Las emociones fuertes son muy difíciles de contener en ciertas ocasiones, por lo que cuando un niño se siente frustrado o enojado, comúnmente se expresa con llanto, gritos u otras manifestaciones para llamar la atención. A estas reacciones les llamamos berrinches, y si bien se han considerado normales en el desarrollo infantil, existen casos en que pueden vincularse con trastornos graves.

“Las rabietas se manifiestan en 7 de cada 10 chicos entre los 18 y 24 meses, así como en tres cuartas partes de niños entre 3 y 5 años, a través de gritos, chillidos y llanto, aunque hay casos en los que llegan a golpear, patear, aguantar la respiración y privarse”, refiere la Dra. Blanca Ortiz Guzmán, psicóloga egresada de la Universidad Iberoamericana (UIA), en la Ciudad de México.

¿Por qué lo hacen?

La gran mayoría de niños entre 1 y 3 años de edad recurren a berrinches; posteriormente, estas manifestaciones se hacen menos frecuentes debido a que los chicos aprenden a expresar sus emociones.

“Es importante tener presente que los pequeños, por lo general, se encuentran en etapa de descubrimiento y aprendizaje; quieren ser independientes y hacer más cosas de las que pueden. En este camino de actividad constante suelen experimentar cansancio, temores, frustración y hambre, condiciones que expresan mediante el berrinche, ya que poseen pocas herramientas para comunicar sus necesidades”, explica la especialista.

Sin embargo, agrega, también recurren a las rabietas cuando no comprenden las órdenes que se les dan o si las personas que les rodean no entienden lo que ellos quieren. En este sentido es necesario considerar que los infantes todavía no son capaces de expresarse verbalmente, no han aprendido a resolver los problemas por sí mismos, pueden estar enfermos o reaccionando a problemas o cambios dentro de su casa.

Otras razones frecuentes por las cuales los niños hacen berrinche incluyen:

  • Quieren que se les compre algo.
  • No desean seguir las reglas impuestas por sus padres.
  • No quieren comer.

¡Cuidado!

Los berrinches varían en intensidad y frecuencia; así, algunos niños los presentan de manera regular mientras que otros sólo los experimentan ocasionalmente. Las causas principales, como hemos visto, son frustración, imitación, búsqueda de atención, sobreprotección, malestar o como respuesta a medidas disciplinarias demasiado estrictas.

“Si bien es necesario estar al pendiente de las necesidades de los pequeños para enseñarles cómo expresar sus emociones, hay algunos padres que viven condicionados a la situación emocional de sus hijos pequeños, quienes parecieran ser los que mandan y establecen los tiempos en el hogar”, señala la Dra. Ortiz Guzmán.

Como padres de un niño debemos saber cuándo va a hacer un berrinche: se ve aburrido, enojado, empieza a gritar o llorar; luego parecería que nada lo pondrá contento y, finalmente, se presenta el llanto, las pataletas, tirarse al suelo e, incluso, dejar de respirar. No es de sorprender que la criatura sólo recurra a las rabietas frente a sus padres, ya que es una forma de medir los límites de las reglas familiares.

Estrategias

Cuando el menor pierde el control, las respuestas de los padres son variadas, aunque no siempre las mejores. Por ello, la psicóloga recomienda tomar en cuenta las siguientes acciones:

  • No lo castigue. La reprimenda sólo agravará la situación, en especial si ésta es física, ya que, en el corto plazo, darle una nalgada a un chico sólo empeorará el nivel de la rabieta, además de que hará más difícil la resolución del problema.
  • No lo premie. Acceder a las demandas del pequeño le dará las herramientas necesarias para aprender que, la próxima vez que quiera algo, sólo tiene que recurrir a un berrinche. Mejor, una vez que finalice la rabieta ayúdelo a reconocer lo importante que es recuperar la tranquilidad.
  • Conserve la calma. En la medida de lo posible, intente ignorar la conducta del niño, asegurándose de que no pueda hacerse daño físico. No permita que las opiniones de los demás afecten su manera de responder ante dicha situación.
  • Ayúdelo. Trate de llamar su atención con algo más, un libro o juguete; a veces con tocarlo y acariciarlo es suficiente.
  • Espere. Use un tiempo de espera para que su niño se calme; después, déjelo solo unos minutos o aléjelo de la fuente del berrinche. En caso de que ya entienda, es ideal dejarlo solo un minuto por cada año de vida (si tiene 4, déjelo 4 minutos). Si no puede controlarse salga del lugar donde está el chico y regrese 1 o 2 minutos después de que se calmó. Si su hijo es ya mayor para entender, explíquele la situación.
  • Revise. Evalúe si el comportamiento ha sido aceptable o no, y por qué. Puede invitarlo a conductas alternativas para que las lleve a cabo cuando se encuentre en una situación similar.

Señales de alerta

Diversos autores han reportado que, bajo ciertas circunstancias, los berrinches pueden considerarse graves, por lo cual han dedicado años de esfuerzos para encontrar las causas físicas y psicológicas de esta conducta:

  • Los problemas emocionales que más típicamente se han asociado con las rabietas son: depresión (sentirse triste, melancólico, infeliz o derrumbado), baja autoestima, trastorno por déficit de atención (TDAH, que ocasiona impulsividad y falta de concentración), manía (elevación anómala del estado anímico) y trastorno bipolar (alternancia de períodos de excitabilidad y desánimo).
  • Los berrinches también se han vinculado con trastornos de audición y visión, enfermedades crónicas, retraso en la aparición de lenguaje y dificultad para aprender.
  • En algunos casos se ha visto que pueden ser considerados descargas de tipo epiléptico, pues se asocian con patrones alterados de la actividad eléctrica cerebral.

Para la mitad del cuarto año de la vida los berrinches ya no tienen que presentarse, pues para ese entonces el menor ya debe haber aprendido a manejar su carácter. Si continúan, es probable que el pequeño padezca problema emocional o de conducta, situación en la que resulta indispensable acudir de inmediato al pediatra para que evalúe al infante y lo canalice a un psicólogo o psiquiatra infantil.

Tomado de: http://www.saludymedicinas.com.mx

Cualidades y aspectos positivos de un adolescente con Síndrome de Asperger.


No todo son rasgos negativos en un adolescente con el síndrome de Asperger. Hemos de ampliar nuestra perspectiva, y enfocar nuestros esfuerzos no sólo a mejorar las dificultades, sino también a fomentar aquellas cualidades positivas que les hace ser tan especiales.

Éstas son algunas de esas características:

  • Tienen un gran sentido de la moralidad, no permiten las injusticias que suceden a su alrededor y siempre están dispuestos a ayudar.
  • Son sinceros y transparentes, no van con dobles intenciones.
  • Son muy constantes una vez se han propuesto un objetivo.
  • Tienen un gran deseo de superación y buscan la perfección en todo lo que hacen.

Es importante hacerle entender al adolescente que no todo el mundo posee esas cualidades, y que siempre se le valorará por ser como es, con sus virtudes y defectos (igual que hacemos con las personas que no tienen este síndrome). Centrarse sólo en las cosas negativas nos impide superar los problemas del día a día, por ello es necesario fomentar pensamientos positivos que nos lleven a sentirnos capaces y seguros de nosotros mismos.

Estrategias para fomentar los lazos de amistad en adolescentes con Síndrome de Asperger:

Con la llegada de la adolescencia, estos chicos suelen ver aumentadas sus diferencias con el resto de compañeros de clase. No suelen interesarles los deportes en equipo tales como el fútbol o el baloncesto, y suelen ser más torpes con el manejo de una pelota, tienen problemas de coordinación, etc. Por ello, en sus tiempos libres, prefieren los juegos individuales, lo que les limita a la hora de relacionarse con los demás, y esto en ocasiones les lleva a sufrir aislamiento social.

Tampoco se preocupan por vestir a la moda, su manera de aprender es diferente, y sus habilidades sociales limitadas. Por lo tanto, muchas veces necesitarán una ayuda extra para sentirse integrados en un grupo.

Una estrategia que suele serles de gran ayuda es que el profesor anime a un miembro de la clase (reconocido como un modelo a seguir) para ser su tutor o colega. Esta persona le irá guiando a lo largo del curso, ayudándole a resolver situaciones que no sabe cómo afrontar debido a su problema para comprender las emociones e intenciones de los demás, y tratará de motivarle acompañándole en ciertas actividades grupales.

Otra estrategia es introducir al adolescente en un grupo partiendo de las características de la personalidad de los chicos con este síndrome: coleccionistas, investigadores o expertos en nuevas tecnologías. Escribir en blogs sobre sus temas favoritos también puede ser una forma de relacionarse con los demás, ya que puede recibir comentarios de gente que se sienta identificada con la actividad que realiza o investiga, llegando incluso a poder conocerse en persona y mantener una amistad más directa.

De: Madres de niños con Sindrome de Asperger.

La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir... Niños seguros, Adultos felices.


El mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices, sentenció Oscar Wilde. Si todos los educadores hicieran suyo este principio, tal vez el género humano elevaría su nivel de calidad en unos cuantos puntos. Muchos de los problemas que se les plantean a los individuos en su crecimiento personal provienen de la falta de eso que podríamos llamar la 'seguridad básica', una forma de felicidad que deriva del hecho de sentirse aceptado, de saber que importamos a aquellos que nos importan, de encontrar en derredor respuestas positivas a nuestras acciones. Un niño al que sus padres no dedican tiempo para la conversación o para el juego compartido es un candidato a la inseguridad. Si además recibe continuamente, de forma tácita o expresa, mensajes de reproche del estilo «nunca llegarás a nada» o «eres una calamidad», se verá desprovisto de los necesarios recursos de autoafirmación para tomar decisiones y desenvolverse en la vida. Alrededor de los tres años ya empieza a manifestarse en los niños la preocupación por las respuestas de un entorno en el que busca el espejo donde proyectar su propia imagen. La llamada 'autoestima social' opera ya fuertemente entre los seis y los ocho años, cuando adquieren gran importancia las relaciones de patio de recreo: la competencia con los otros, el ser elegido o no en un círculo de juegos determinado, el verse apreciado o humillado, el liderazgo o el ninguneo. En esa etapa es indispensable que los padres presten atención a los juicios que los hijos manifiesten sobre sí mismos. Es cuando más necesitan el apoyo externo para recomponer una imagen frágil, extremadamente sensible a la influencia de las palabras y las acciones de los otros respecto de ellos. Pero muchas veces el niño tiende a registrar erróneamente las informaciones que recibe del exterior. Para fortalecer su autoestima social se precisa antes un cierto conocimiento de las ideas distorsionadas que engendran en su interior sentimientos sombríos. Cuando ante una contrariedad el pequeño reacciona con el 'siempre' («Siempre voy a equivocarme») o el 'todo el mundo' («Nadie me quiere») está cayendo en la trampa de la generalización, una de las desviaciones cognitivas más frecuentes. Es tarea de los padres y de los educadores habituarle a considerar los hechos en términos concretos y de manera aislada, o al menos sin convertirlos en regla universal: «Esta vez me he equivocado», «A Miguel no le caigo bien». Tan habitual como la generalización infundada es la selección filtrada de los aspectos negativos. Es preciso evitar que los niños observen solamente aquellos detalles que supuestamente confirman sus impresiones pesimistas («Mi madre me da menos valor que a mi hermano, porque hoy le ha puesto a él el bocadillo más grande») sin registrar otros más relevantes que le llevarían a conclusiones satisfactorias («Valgo mucho para mi madre porque me cuida a todas horas»). Ambas distorsiones suelen ir acompañadas de una tercera, que consiste en polarizar el pensamiento simplificando las cosas: o todo o nada, o conmigo o contra mí. El niño construye esquemas elaborados en términos absolutos («Como Elena ha ido a merendar a casa de Ana, ya no quiere ser mi amiga») que hay que ayudarle a corregir mostrándole las alternativas, los matices, las opciones relativas de toda situación: «Bien, pero el día de tu cumpleaños merendaréis juntas las tres». Cargar con la culpa Así como muchos pequeños eluden la responsabilidad de sus actos transfiriéndola a agentes externos («He sacado mala nota porque el profesor me tiene manía», «Si no me hubiera insultado Óscar, yo no le habría pegado»), otros hacen exactamente lo contrario: acusarse a sí mismos, cargar con la culpa de todo, incluso de hechos que están fuera de su control. Ocurre a menudo en niños muy sensibles a las desavenencias de sus padres («Si me hubiera portado bien, ellos no estarían discutiendo ahora») e incluso en muchas situaciones de acoso escolar, en las que el acosado acaba persuadiéndose de merecer el maltrato a que es sometido. Ni que decir tiene que esta distorsión resulta singularmente perniciosa y autodestructiva. Frente a ella, la labor correctora de los padres consiste en enseñar a discernir los límites de la propia responsabilidad (tanto para asumirla cuando corresponda como para desembarazarse de culpa cuando no la haya). Los enemigos mentales de la autoestima no acaban ahí. Al niño le acechan diversas actitudes propias del pensamiento emocional que van desde el razonamiento ilógico basado en estados de ánimo hasta el perfeccionismo, la necesidad de control o la comparación continua con los otros. Como explica el filósofo José Antonio Marina, son «errores tóxicos» de los que no deriva nada positivo, sentimientos patógenos y desajustados que, además de causar infelicidad durante los primeros años de la vida, van forjando un estilo de pensamiento que a menudo perdura hasta la madurez. Ante esa perspectiva, toda dedicación paterna o materna es poca. ¿Consejos? He aquí unos pocos: tomarse tiempo para escuchar las preocupaciones del niño; no tratar de tranquilizarle con actitudes proteccionistas de evitación; no minimizar sus sentimientos, sino recordar el dolor que esas mismas naderías nos causaron de pequeños; intentar que encuentre sus propias soluciones en vez de ofrecérselas ya dadas; y, por encima de todo, transmitirle el mensaje de que todo lo que le afecte nos importa.

Por: José María Romera